¡QUE NADIE ROBE LA ALEGRIA!
El tiempo. El mayor enemigo de esa débil amiga llamada
Alegría. Él se la lleva presa entre las arrugas marcadas por los años.
-¡Es necesario esconderla y protegerla…! como si estuviéramos
en estado de guerra.
Caprichosa y juguetona, se apodera del alma, para escaparse
asustada temerosa de la pobreza y la miseria. Del dolor. Es esa niña que se
esconde de las pesadillas provocadas por el destello criminal. Llora con el paso marcial.
La Alegría, se asfixia entre el grito rugiente de las infamias. Ante el dolor
de la vida. Es ave fantástica que vuela a lo alto, lejos, muy lejos cuando la oscuridad
lo cubre todo. Al igual que surge el brote, de la diminuta semilla, surges la Alegría.
A medida que la furia del amor crece como
chispa de la vida, y va naciendo en los corazones más desolados
-¡Defenderla
de la melancolía! Que se alejen los ingenuos y los canallas
Cuando
se acercan los trovadores cantando su canción, ella la Alegría brilla con un
grito hermoso. Alza sus brazos al cielo intentando alcanzar los confetis de
lluvia que resbalan por su rostro. Es amor y es furia.
-¡Que
nadie robe la sonrisa a la Alegría! ¡Alejaos suicidas! ¡Que desaparezcan los
criminales! ¡Que las chispas de las hogueras se conviertan en estrellas! Solo
por verla sonreír
Alegría. Luz de vida. Grito que destierra la tristeza. Mueca de payaso
-
Silencio… ¡que ni invierno, muerte o el propio azar, apague el brillo de la Alegría!
Aun es diminuta,
delicada, apenas una pequeñísima palabra difícil de pronunciar. Es un tierno
sentimiento. Cuando pronuncias su nombre... tienes que hacerlo muy suave. Es
tan débil que se puede evaporar. Está protegida por el amor y la felicidad. Ambos
se unen y ella, serena hasta entonces, surge y crece como un sentimiento mágico,
casi místico. Así es la Alegría
