El cambio horario más temido



Algo típico de estas fechas además de ver como la primavera se cuela por todos los rincones de la ciudad y los hogares, es sin duda el cambio horario. Así en la madrugada del sábado, al domingo 26 de marzo, tocará dormir una hora menos: las 02:00 serán las 03:00.


El reloj se adelantara una hora, con lo que esa noche tendremos sesenta minutos menos para dormir. El objetivo de esta modificación es aprovechar más la luz del día y ahorrar en electricidad. Y una vez más nos cambian el horario de golpe y porrazo. Otra vez nos preguntamos ¿Por qué? aunque sigan sin hacernos caso. Se debe al cumplimiento de una directiva comunitaria impuesta desde el Ártico a Algeciras, que afecta a todos los países miembros de la Unión Europea (UE), de forma que el próximo domingo finaliza el horario de invierno, que dio comienzo en el mes de octubre y los relojes retrasaron en toda Europa esa hora.


Actualmente cada vez son más las voces que están en contra de estos cambios. La Iniciativa para la Reforma Horaria ha vuelto a pedir "a las instancias europeas competentes la supresión del cambio de hora de verano y de invierno". La entidad cree que la medida ha perdido sentido en la actualidad, hoy en día no implica "un cambio significativo en el uso de energía" tal y como ocurría cuando se implantó.
Las voces a favor hablan de los beneficios, gracias al adelanto horario, como es que las personas pueden estar más tiempo al sol aprovechándose de sus efectos beneficiosos, como por ejemplo la asimilación de vitamina D, las actividades de ocio al aire libre o practicar deporte en la calle. Argumento muy interesantes si viviéramos en Finlandia, pero estamos en España y concretamente en Torrevieja, donde casi todo el año sufrimos una sobreexposición al sol, calores tórridos y jornadas asfixiantes desde mayo a octubre, es decir seis meses al año. En cuanto al resto de los meses, es sol sigue siendo nuestro compañero inseparable.

Creo que estos argumentos que justifican el cambio horario, no tienen la misma validez para los países del sur y sí –supuestamente- para los ciudadanos del norte. Con esa hora más de sol según los estudios realizados se reduce el estrés y se puede combatir la vida sedentaria y la obesidad. Por estas mismas razones, se dedujo que el sector de ocio y turismo salía ganando con la adopción del horario de verano. También se debatió el beneficio psicológico en términos de seguridad que supone volver a casa cuando todavía es de día, sobre todo en las personas mayores o en los niños. Por cada una de esas razones a favor del cambio horario, hay al menos otra en contra. Un ejemplo está en el mito del ahorro de luz que no está claro: en verano los aparatos de aire acondicionado se utilizan más al haber más horas de Sol por ejemplo.  En realidad lo que ahorra energía es el uso responsable, público y privado. Los detractores de esta medida insisten que el ajuste de la hora debería realizarse a nivel local, según el clima y la latitud, para aprovechar mejor su impacto, algo imposible en el día a día, por los problemas con el transporte aéreo, la televisión y el mercado o transacciones bursátiles por ejemplo.

Lo fácil sería dejar a la naturaleza ajustar la jornada progresivamente, unos minutos cada día conforme cambian las estaciones, como ella solita ha hecho siempre sin necesidad de ayudas. En cualquier caso recuerde, este fin de semana hay que adelantar una hora el reloj viva en Menorca, Madrid o Canarias.

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