AROMA A INCIENSO



El olor de la Semana Santa comienza a caminar despacito por las calles. Fumata blanca que vibra ante el palio de la Virgen. Fumata blanca que anuncia el caminar de los niños con sus palmas. Fumata blanca de almendras garrapiñadas frente a la Inmaculada, que vienen las capas blancas. Con la fumata blanca de los cirios. Fumata blanca del obrador de las primeras torrijas con el dulzor de miel dorada. Fumata blanca de los hachones de los Cristos, revestido con los ornamentos de quienes llegan para disfrutar la ciudad.  Hoy la memoria escoge el camino más corto para caminar entre el aroma a incienso de la Semana Santa más salinera, y en nuestra geometría sentimental, la distancia más corta entre dos puntos es el sueño de un recuerdo. Y para recuerdo, en este Domingo de Ramos, no hay mejor pergamino que ese pañuelo blanco de la Esperanza frente a su pueblo:
Así esta Ella frente a frente.
así esta Ella cara a cara,
la Aurora más Salinera
como blanca paloma.
¡Que llore Torrevieja entera
con lágrimas de Esperanza!

Cuando se escucha el primer tambor o rozamos la vesta que ha dormido en el ropero todo el año, comienza a palpitar en el aire, el evangelio de las cofradías. Torrevieja pregona el juramento de fe y credo, sacando a la calle la religiosidad más popular. Y en estos tiempos que se ha borrado las fronteras entre el bien y el mal, el laicismo de una sociedad que niega todos los valores y principios morales y éticos, y se burla y desprecia la religión, y la margina en los colegios... que pone en duda la tradición de su fe, Torrevieja y quienes acuden en estos días a sus calles, salen a ver las cofradías en masa, emocionándose ante un Crucificado, conmoviéndose ante el Nazareno, diciéndole a la Madre sencillamente la oración sin palabras, en forma de unas lágrimas...
Ritos no aprendidos que traen en la sangre el pueblo llano y soberano proclamando colectivamente el sentimiento y la emoción de su fe, la cercanía familiar de lo divino. Aunque todo va pasando tan rápidamente como un sueño, en esta larga metáfora de la vida de la Semana Santa. Domingo de Ramos día en que la ciudad nace. Seguida de cada noche con la Pasión donde la vida corre sobre los hombros de los costaleros. La Semana será tan fugaz como la vida. Y las saetas nos dirán sus verdades
Torrevieja le da a Dios el rito de sus entierros. Y es un corazón que alza la Cruz ¿Pero es sólo a Cristo al que se entierra? ¿No se entierra la propia alegría de la Semana Santa?
Del Calvario descendía Cristo ante la Virgen a la que no le quedan lágrimas, ¿Por qué se nos fue el Señor de Pasión, el Nazareno con madera de Dios? Secas están las flores de los ojos de la Virgen. De esa perfección regia del palio de la Virgen, ¿qué se hizo? ¿A qué confín ha llegado el Cristo que salió de la Inmaculada? El sonido de las cornetas le presta su tristeza y te convence de la fugacidad del tiempo.
Aquí la Pasión y Muerte del Señor es la propia pasión por esta ciudad a la que abraza la mar. En la tarde muere como muerto se ve al Señor, como va muriendo la propia Semana Santa, por el dintel de la iglesia entran roto los cuerpos, y cuando nos damos cuenta, ya es Sábado Santo y Domingo de Gloria. Sobre ese cielo de tristeza, el recuerdo de los días de penitencia han pregonado en el libro del alma de la ciudad. El símbolo a la Fe Vencedora se le queda para siempre en la mano, como la palma que estrenó el Domingo de Ramos, y que escuchamos "entre las azucenas blancas", su repique de campanas con aroma de incienso surge la Gloria de Resurrección

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