A mi maestro le debo





Septiembre no sería septiembre si en las conversaciones no se hablara de los colegios y el comienzo del curso.  A esto se añade los gastos, el desempleo y el IVA. Entre todo ello no olvidemos que para los más pequeños entrar por primera vez a las aulas es toda una experiencia, para los mayorcitos un reencuentro con sus amigos y porque no decirlo, una pesadilla para gran parte de los jóvenes.  Por otro lado (y seguro que ya están pensado en ello) la Consellería de Educación ha publicado que en Educación Infantil y Educación Primaria, el curso se iniciarán el 11 de septiembre de 2017 y finalizarán el 22 de junio de 2018. En Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato se iniciarán el 11 de septiembre de 2017 y finalizarán el 20 de junio de 2018. Así Torrevieja dará comienzo las clases de Infantil y Primaria junto con los institutos, el lunes, donde también cientos de maestros y profesores vuelven a las aulas, donde pasaran numerosas horas con nuestros hijos.

Alejandro Magno dijo: “Si a mi padre le debo la vida, a mi maestro le debo el triunfo”

Recuerdo otra frase “Pasas más hambre que un maestro de escuela” esa pertenece a la época donde el esfuerzo y la dedicación se veían recompensados con el agradecimiento de los padres. La función del maestro se basaba en el principio de autoridad y sí, los castigos estaban a la hora del día, como el colocar al alumno en un rincón cara a la pared con una pila de libros en las manos. Época de palmetazos, coscorrones o la archifamosa “colleja”. Se hacia copiar mil veces una frase relacionada con la trastada: “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.  Pero eso sí, todo era para el bien de los niños (Quien bien te quiere te hará llorar). En los años 60/70 la autoridad y respeto eran los principios que regían las aulas y el maestro, la persona encargada de hacerlos cumplir.
Todo aquello quedó atrás y los alumnos de antes en su papel de maestros y profesores, son una vez más, el blanco de todas las bromas… y castigos, incluso las que tienen que ver con el sueldo.  
Aun así, él sigue en su puesto con casi sesenta años. Si hace balance ¿qué encuentra? …Se mira al espejo. Se pone los lentes de cerca y ahí está “un funcionario”  ¡qué horror!
Puede llevar bata, chaqueta y manchas de tinta a manera de galones. Se le ve con tocado académico o gorra para tapar su calvicie… y las ideas. Durante la mañana da su clase magistral a unos jóvenes que le muestran su indiferencia. Toma café, de nuevo a clase y poco más. Cree saber algo del mundo, pero lo ignora todo. Él sigue en su puesto. Aunque nada es igual. Sigue acudiendo a clase esperando la llegada de la carroza. Para salir con los pies por delante.


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