España tiene sed
Cuando
abro la ventana, un día más, veo como en el inmaculado cielo no hay una sola nube.
Me entero que el obispo de Córdoba implora la lluvia durante la homilía de San
Rafael. Monseñor Demetrio Fernández, ha pedido este martes durante la homilía pronunciada
en la Iglesia del Juramento, con motivo del Día de San Rafael, la intercesión
del Custodio de Córdoba para que la lluvia remedie la situación de sequía y, ya
que es una necesidad actual, "acudamos al Arcángel con fe para que nos
mande agua para nuestros campos, viñedos y olivares". Susana Díaz, sin
esperar la intervención del santo, se compromete con los regantes a agilizar
concesiones y reivindicar infraestructuras al Estado.
Pero
España ha vivido momentos tan trágicos, en cuanto a la sequia (algo que nos
hace iguales a todos) y fue de enero de
1991 a diciembre de 1995 cuando vivimos uno de los periodos más intensos de
sequía que se recuerdan. Fueron 56 meses de precipitaciones escasas, en algunas
partes de España, sur y central, casi inexistentes. Solo un mes rompió la
tendencia. Media España se empezó a morir de sed. Hubo cortes de agua para
consumo humano y restricciones en el riego. El impacto económico sobre la
agricultura y la ganadería fue dramático. Los pantanos se quedaron casi en el caudal
ecológico, aquel que impide extraer agua. Cuando por fin llegó la lluvia en el
invierno de 1995, la situación empezaba a ser crítica con solo un 26,38% de
agua embalsada. Hoy, el miedo a la sed vuelve a correr por el país. Aunque el
descenso en las precipitaciones no ha sido tan pronunciado ni tan sostenido
como en los 90, los pantanos españoles empiezan a acercarse peligrosamente a
aquella situación. La diferencia es que hoy afecta también con severidad al
norte peninsular, donde las escasas lluvias no han bastado para compensar el
consumo y la evaporación. Por primera vez en mucho tiempo, la España verde, la
que disfruta todo el año de la humedad cantábrica, empieza a pasar sed.
Podemos
decir que en casa, la planta desalinizadora de Torrevieja es capaz de producir 80 hectómetros cúbicos de
agua desalinizada del mar. Tras numerosos contratiempos y frente a la actual
situación el Ministerio de Medio Ambiente, ha decidido hace unos días, dedicar
toda la producción al consumo de boca para evitar futuras restricciones ante la
situación de escasez de agua. Se firmó el enganche de red eléctrica desde San
Miguel con la subestación a finales de agosto. Si estas obras estuvieran
preparadas y terminadas la planta podría ponerse a producir al cien por cien de
su capacidad, destinando una parte de los 80 hectómetros al uso agrícola. Si
fuera necesario y la planta contara con financiación suficiente podría generar
hasta 120 hectómetros anuales.
