Defensoras de los Derechos Humanos
Cuando
este 29 de noviembre abro la ventana, me fijo en una pequeña nota, en algún
medio de comunicación que indica, a propósito del día de hoy, que se conmemora
el Día Internacional de las Defensoras de los Derechos Humanos. Esta conmemoración
que pasa desapercibido para muchos, trata de reconocer la labor de aquellas que
trabajan por los derechos humanos de tantas mujeres a título individual o
colectivo, para hacer realidad los derechos recogidos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y en las diversas normas que la desarrollan.
La situación es especialmente complicada según especialistas del Consejo de
Derechos Humanos de la ONU para aquellas mujeres defensoras que denuncian la
violencia contra las mujeres, en particular en las zonas rurales o
semi-urbanas, las que denuncian devastación ambiental por proyectos
extractivos, las que trabajan por los derechos a la salud reproductiva, a las
que son estigmatizadas socialmente por su etnia, discapacidad, edad o
preferencia sexual y las que se encuentran en territorios en situación de
guerra o con presencia militar o en territorios controlados por grupos del
crimen organizado.
La
primera resolución adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
sobre las defensoras de los Derechos Humanos fue aprobada el 18 de diciembre de
2013: "Promoción de la Declaración sobre el Derecho y el Deber de los
individuos, los Grupos y las Instituciones de Promover y Proteger los Derechos
Humanos y las Libertades Fundamentales Universalmente Reconocidos: protección
de las defensoras de los derechos humanos y los defensores de los derechos de
la mujer de la Asamblea General de la ONU"
Lamentablemente,
cada día se producen ataques contra las mujeres defensoras tales como la
discriminación, la violencia de género, agresiones sexuales, ataques a las
familias o inclusive, femicidios. La violencia contra las mujeres y las niñas,
es una constante que no desaparece en todas sus formas- violencia sexual,
maltrato, mutilación genital, está presente en todas las culturas, países y
clases sociales. La trata con fines de explotación sexual afecta especialmente
a mujeres y niñas que caen en ellas mediante coacción, engaño o violencia. Los
derechos sexuales y reproductivos también están amenazados pues se impide a
mujeres y niñas decidir sobre su cuerpo y se las castiga si lo hacen. Los
conflictos armados y el auge del extremismo violento las exponen a graves
abusos, corren especial peligro cuando se ven forzadas a abandonar su hogar
convirtiéndose en desplazadas y refugiadas. La falta de acceso en igualdad a la
participación en la vida pública y política hace más difícil que las voces de
las mujeres sean escuchadas y cuando se atreven a defender sus derechos son
perseguidas, amenazadas, agredidas e incluso pagan con su vida. La impunidad
sigue siendo la norma cuando se trata de abusos cometidos contra los derechos
de las mujeres y las niñas. El compromiso con los derechos humanos molesta en
muchos círculos de poder que incumplen su obligación de respetarlos. De ahí que
la ONU apoyara la necesidad de establecer mecanismos de protección para las
defensoras y defensores. Pero aunque se han registrado avances a nivel global,
la impunidad de las agresiones que sufren sigue siendo abrumadora. La situación
es aún más complicada para las defensoras, que a la represión por su trabajo
por los derechos humanos suman la violencia de género en sociedades que no
asumen el protagonismo de las mujeres en esa lucha. Dijo Nelson Mandela,
activista sudafricano de los derechos civiles “privar a las personas de sus
derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad”.

