DIEZ AÑOS SIN RICARDO LAFUENTE

Es Torrevieja un espejo/ donde Cuba se mira y, al verse/
suspira y se siente feliz/
Es donde se habla de amores/ entre bellas canciones / que traen de Cuba /Su alma y sentir...

Abro mi ventana para saludarte mientras suena una de tus habaneras, ya que los músicos y poetas jamas desaparecen mientras se escuchen sus creaciones.
Ricardo Lafuente describió en su obra más conocida a Torrevieja, una ciudad soñada donde las habaneras son mensajeras de amor. Hoy, 26 de febrero, se cumple el decimo aniversario del fallecimiento del gran representante de la Torrevieja de las habaneras. Compositor de grandes obras, Ricardo Lafuente Aguado, logró dar carácter a la habanera. Según lo recogido en numerosos escritos, su primer contacto con la música fue a muy temprana edad. Nace y crece en la Torrevieja de las habaneras, entre las canciones de cuna que sonaban al compás del 2X4, calando en él, el ritmo cadencioso, sensual y romántico de esas melodías. Ricardo siempre manifestó a través de sus composiciones  el amor a su Torrevieja, el gusto por una buena conversación, la afición por su Coro y Orquesta de Pulso y Púa, y el cariño por su pueblo, donde encontró a sus paisanos, con los que descubrió el romanticismo que encierra la habanera.
Dejó un legado de composiciones que lo inmortalizan a través de numerosas obras, diversas adaptaciones y versiones líricas, tanto como habaneras que a través de los años continuarán vigentes. A todo ello se añade, la manera en la que desarrollo su trabajo, se podría decir que creo un estilo propio, comparable con los grandes de la composición, llevando la Habanera al nivel que merece dentro del mundo de la música. Fue ese Ricardo Lafuente mágico, casi deslumbrante, el que llegó a ser descrito como referente mundial de la habanera, caminando por nuestras calles y plazas intercambiaba saludos con su gente, él alcanzó el calificativo de gran compositor autodidacta. Por su dedicación logró seducir con sus obras. Sin embargo por su trabajo con el coro y orquesta, por su memoria milimétrica, por todo lo que hizo de él un filósofo y un trabajador incansable dentro del mundo de la habanera, estará siempre vivo en el recuerdo de cuantos lo conocimos. Pero solo en el escenario, a pesar de su reticencia a convertirse en un espectáculo, llegó a fascinar al auditorio con esa presencia mezcla de sorprendente, tierna y entrañable.
De sus obras se ha dicho todo, pero es necesario afirmar que consiguió describir en ellas una Torrevieja que enamora, que aturde, que asombra. Ricardo ha sido como ese río de mil causes, donde surge la diversidad, complicidad y virtuosidad. Todo en el breve espacio de una partitura dónde el amor cursi (tan de moda en otras fechas) se dibuja en esa otra forma de amar, la de todas las posibilidades, como solo puede brindar la poesía de sus composiciones. Así lo vivió Ricardo…
Entre las olas tatuada /Vienen las habaneras /que son de la Habana /Mensaje de amor

¡Ay Torrevieja divina!

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