ENTRE EL AVE Y LOS FERROCARRILES ANDALUCES
Amén de los
nuevos trabajos que se crearon entorno a la estación, en 1.884 el presidente
del Consejo de Ministros, Sr. Canovas del Castillo y otras autoridades
nacionales, regionales y locales, hace 134 años inauguraban el recorrido
oficial, de la nueva línea de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, que
unía la Estación de Benalua de Alicante con las de Albatera y Orihuela, dando
una salida ferroviaria al mar y a la comarca de la Vega Baja, a través del
ramal de Albatera Torrevieja. Fue entonces cuando se vio culminado un largo
camino (una senda de hierro) que empezó oficialmente en 1.864 con la ley de 13
de abril, donde se fijaba las bases de la futura red general de ferrocarriles
de España y que, con otras leyes posteriores, determinaba la necesidad de unir
por vía férrea las poblaciones de Alicante y Murcia, para dar continuidad a los
trazados que, partiendo del Sur de Francia, unían Cataluña con Valencia, Andalucía,
Extremadura y Portugal.
Hoy se habla
mucho de la alta velocidad para provincias como Albacete, Cuenca, Alicante y
Valencia. Es discutible y discutido, el trazado y la licitación del proyecto de
construcción de la plataforma del AVE, en los tramos entre Villanueva de la
Jara-Villagordo del Júcar, La Gineta y Albacete, todos ellos en la provincia de
Albacete. El tren, sinónimo de crecimiento -sólo hay que ver como hizo grande y
poderoso a los Estados Unidos- aquí, esos mismos trenes de madera, que echaban
humo sin cesar, fueron los que en su camino hacia el Sur, dieron a detenerse
–como diría Emilio Sánchez Campillo- en la estación “términi” de Torrevieja. Lo floreciente de su ir y
venir por tierras de la Vega Baja, lo hizo imprescindible en una época donde la
escasez de combustible, hacía que los viajes en tren fuesen más económicos.
Pero la estación murió a manos de la propia grandeza del tren. Corta fue la
vida para ese “chucu-chu” tan característico. Pudimos creer, incluso imaginar
que todo el tiempo veríamos esa maquina, al principio de vapor, luego diesel y
hoy eléctrica. Pero apenas llegó a cumplir un siglo. Los Ferrocarriles
Andaluces, que llegaban hasta nosotros para retomar su camino, tuvieron a
nuestro lado una estación de pueblo salino.
La estación, vio
llegar a la realeza, en la persona de Infanta doña Isabel. Despidió a los
jóvenes quintos que iban a la mili. Cada día tenía sabor de salón de sociedad.
Las señoritas casaderas, los veraneantes de campanillas y los terratenientes
que marchaban a Murcia o Madrid, subían sin mirar a tras, en esos vagones de
madera. Hasta aquí legó a Torrevieja, lo más granado de una sociedad que acarreaba
grandes maletas de cartón y cestas de mimbre. Sería bonito poder decir, que por
allí pasó Ramón de Campoamor, con su camisa blanca, su bombín y la levita, a
conquistar el mundo de las letras:
Habiéndome robado el albedrío/ un amor tan infausto
como mío,/ ya recobrados la quietud y el seso,/ volvía de Paris en tren
expreso...
El tren, que en
su camino hacia el Oeste, dejaba, sin apenas darnos cuenta, el símbolo del
progreso a finales del siglo XIX, es el mismo que a principios del siglo XXI,
en forma de Tren de Alta Velocidad, nos entrega esos versos del genial
Campoamor. Hace apenas veinte días el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunciaba en Alicante que en breve se acometerán obras de mejora en el tendido
ferroviario para que el viaje a Murcia se reduzca en media
hora y pase a tener una duración de 40 minutos. Y que se acometeria la esperada
duplicación de la variante de Torrevieja, que aliviará los problemas de
congestión del tráfico en verano.
Las historias de
amor en los coches cama de Wagon Lits, sigue siendo símbolo de progreso. Solo
que hoy aun no podemos escuchar al revisor de esta nueva historia tocando el
silbato en la estación, diciendo aquello tan agradable de: ¡Viajeros, al tren!.
