EL EFECTO CRISTO


Hoy lunes abro la ventana con una sensación agridulce del comienzo de la Semana Santa. Tras lo que pudo ser el esplendor del domingo, y quedó en el Domingo de Ramos sin esa tarde donde Ella, la Señora, no atravesó el dintel de la puerta de la iglesia (por culpa de las previsiones meteorológicas) comenzamos la liturgia que entra en la angustia de la pasión siguiendo los últimos días de vida de Jesús. El Lunes Santo, el Evangelio nos presenta el episodio de la Magdalena lavando y ungiendo los pies de Jesús, con el escándalo de Judas.

Aunque si se me permite, desearía pensar que esta fecha, carece de todo efecto pavoroso sobre lo sucedido en el monte Calvario hace más de 2000 años. En cambio, creo que el enfoque del artículo sería el siguiente. ¿Podría hablarse del efecto Cristo en nuestra sociedad?

Según las Escrituras, hace más de 2000 años, ocurrió un hecho demasiado importante como para pasar desapercibido, tanto es así que al parecer cambió la vida de cuantos se encontraban en aquel momento, cerca del Hijo recién nacido, de José el carpintero y de su mujer María, al niño le pusieron por nombre “Jesús”. Nació en un humilde establo en la ciudad de Belén. En un principio, no era más que un niño, pero algo en Él lo hacía diferente.
Cuando el niño ya hombre, comenzó la tarea para la que había sido enviado, consiguió con su palabra, que muchos decidieran dejar cuanto tenían por seguirle, aprendiendo sus enseñanzas, para más tarde ser ellos los que transmitieran la “Palabra del Maestro”.  Los testimonios de Verdad y Vida recibidos por sus discípulos, hoy siguen siendo  tan actuales como el día que frente a una multitud, en la montaña, decidió hablar a cuantos le seguían. Les comunicó a todos ellos que era el momento del hombre nuevo.

En sus palabras, había entrega y generosidad. Les habló de recompensa a cambio de misericordia. Hablo de justicia y condena, de entrega y amor. Palabras como pobreza, llanto, hambre y sed de justicia, compasión; suelen estar al margen en esta sociedad donde la  ambición, la vanidad, incluso la soberbia hace obtener buenos beneficios y un mejor puesto de trabajo junto a los bienes materiales que son el verdadero motor que impulsa al “hombre nuevo”. Hoy, después de dos mil años aun existen personas que dudan, temen, desconfían, critican, incluso son intolerantes ante el “Efecto Cristo” como lo fueron aquellos que lo condenaron, sacrificándolo en la cruz.
Por supuesto que existe el “Efecto Cristo”, solo que tras más de 2000 años, todavía nos limitamos a seguir sentados, mientras a nuestro alrededor, la pobreza, el llanto, la falta de justicia, la soledad; sigue siendo tan palpable como lo fue entonces. Efectivamente el “Efecto Cristo” en ocasiones nos puede quedar demasiado lejos, pero para nuestro bien, cada día hay personas a las que conocemos y con quienes nos tropezamos, que nos abren los ojos a una Verdad que genera Vida, ya que en su forma de actuar nos demuestran que precisamente en este siglo, todavía hay quien, a pesar de sufrir grandes privaciones y sacrificios; siguen teniendo la fuerza para ofrecernos una sonrisa.
La madre Teresa de Calcuta, nos dijo:

“Sonreír a alguien que esta triste; visitar al que esta solo; leer algo a quien esta ciego; pueden ser detalles mínimos, pero suficiente para demostrar nuestro amor. Jamás seré capaz de comprender todo el bien que puede producir una simple sonrisa. La paz puede empezar de esta forma”

Generosidad, amor, paz; no son palabras vacías. Tal vez ese y no otro debería ser el “Efecto Cristo”. Y  es que, las obras hablan de quienes las realizan.

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