UN JUEVES QUE RELUCE MÁS QUE EL SOL


Abro la ventana y veo que el día de hoy es con el Corpus Cristi y la Ascensión, el primero de los Tres Jueves del año que relucen más que el sol. Es el día que se celebra la última Cena donde Cristo instituyó la Eucaristía. Es el día del Lavatorio de los pies (sobre esto versa el Evangelio), dando la atención especial a los pobres, día del Amor Fraterno. Los pasos y procesiones empiezan a avanzar en la noche, el misterio del Viernes Santo.
Mientras Torrevieja vive una dinámica donde se hace cada día más moderna, ahondándose en sus contradicciones, de espacio y tiempo. Solo en Torrevieja llega la Resurrección de la mano de la Inmaculada Concepción, dando fin a la Semana de Pasión. Y a continuación con paso decidido aparece la Pre-Feria pasada de farolillos. Al tiempo que la Semana Santa se adorna de faroles de nazareno. Aquí muchas vigilias pascuales comienzan a celebrarse a primera hora de la noche, cuando aun el reflejo de las imágenes de Cristos y Vírgenes caminan en nuestras retinas. Y es que las cofradías tienen derecho al lucimiento. Ya se sabe, una cofradía sin desfile es como vacaciones sin móvil o cámara de fotos.
Y es que en Semana Santa vamos camino de que ocurra lo que pasa en Navidad, que siendo ambas, fiestas del calendario cristiano, fechas vitales para conmemoraciones de la Fe, como el Nacimiento de Cristo o su Pasión y Muerte, se han  convertido en la Fiesta del Consumo. De hecho la Semana Santa es ya un adelanto de las vacaciones de verano. Que al Jueves Santo le siga el Viernes festivo es un golpe de suerte para hoteles y restaurantes. El mayor y más largo puente que soñarse pueda: vacaciones desde hoy, hasta el lunes de Pascua. Y es que jugando con la contradicción, en Torrevieja, toda la Semana Santa es Domingo de Resurrección. Las manecillas en los relojes corren cuando el Señor se pone a resucitar en Torrevieja. Pero estamos en Jueves Santo y sinceramente, quisiera que la Semana Santa, al contrario de la Navidad, no perdiera el nombre. En Navidad, te desean "Felices Fiestas", sin nombrar el Nacimiento para nada. Ahora te desean algo que choca con el verdadero espíritu de estos días: "Feliz Semana Santa". No como un anticipo de la cristiana Pascua de Resurrección, sino para que te lo pases lo mejor que puedas en estas vacaciones de primavera, “semana blanca” con color morado que nos hemos inventado en España. Semana de visitantes de playa llenas como en el mes de julio. ¿En normal que la Semana Santa sea “feliz” como preámbulo del cotillón de fin de año?
No descubro nada si afirmo que en la Semana Santa surgen muchas lecturas, y en todas ellas está la emoción y el enamoramiento popular hacia los Cristos y Vírgenes. Aunque Torrevieja más moderna que nunca, como en otras ciudades, se une a esa explosión del anticipo del verano. Sí, ya sé, durante la noche de Jueves Santo se respira la Semana Santa por el plan antiguo. Aunque al amanecer vuelve la Semana Santa más turística y descafeinada de las cofradías sin Dios. Y a su lado la Semana Santa que es un espectáculo de los sentidos, con el tirón popular del Cristo Crucificado o la Esperanza. Aunque la gente mira sin fijarse en la imagen de Cristo o de la Virgen, miran sus flores, sus bordados, o los nazarenos y su entrega “penitencial” de caramelos. En esta Semana Santa “sin”, en vez de mirar arriba, a la imagen que da sentido a todo, el público mira abajo, a los dulces que pueden recoger junto a los sones de una marcha.
Algunos, esta Semana Santa de las cofradías, nos interesa desde el punto de vista casi artístico, estético, sentimental, incluso familiar. Semana Santa que está más cercana que nunca de la memoria familiar, de los abuelos o los padres que nos legaron las tradiciones y nos enseñaron a amarlas. Semana Santa salinera que tenía el profundo sentido religioso que cada vez se va perdiendo más, como ha desaparecido en Navidad. Lo sé. Es la moda de lo “sin”: sin cafeína, sin alcohol, sin azúcar, sin lactosa... ésta moda le ha tocado también a la Semana Santa “sin” Dios.
Algunos, en algunos sitios, a algunas horas, más que gozar, padecemos con penitencia de rezo la perdida intima de la Semana Santa que ha dejado de ser rito, para volverse fiesta. Fiesta desbordada y sin medida de vacación primaveral.

¿Y Dios? 


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