Los periodistas sólo son noticia cuando mueren
Me ha sorprendido al abrir mi ventana conocer el fallecimiento inesperado de Emilio Sánchez Campillo, en vísperas de la festividad de la Virgen del Carmen. La noticia ha caído como un jarro de agua fría sobre todos los profesionales que en algún momento hemos tratado con él.
Existe un aforismo en prensa que reza que los periodistas sólo son noticia cuando mueren. Se ha hecho triste realidad con Emilio, compañero durante muchos años en la redacción del Semanario Vista Alegre y al que en este último año, al no estar en él, le dejó un vacío difícil de llenar, ya que desde los años 60 vieron sus páginas, sus publicaciones, ya fueran en formato de artículos, noticias o crónicas sobre Torrevieja y sus gentes, eran gratamente esperadas por sus lectores.
Siempre en segundo plano, él fue ejemplo de virtudes muy necesarias entre los profesionales de la información como son la discreción y la templanza. Y como columnista, persona que se dedica a redactar regularmente una columna especial o escribir en una sección habitual de una publicación periódica, sabia desglosar la actualidad de cuanto le rodeaba, con su característica forma de contar nuestra historia. Existe otro adagio entre algunos profesionales, que consideran la información del columnista como un género menor, separado del fragor y la urgencia de las redacciones de los diarios. En el caso de Emilio, no se cumplía. Querido por todos, no se escondía para escribir sus crónicas, calificadas de ilustre, siempre educado y con su particular humor, seguro que tendrá muchas más cartas que escribir a “la tía Concha” mientras camina hacia otro lugar tarareando una de sus cancioncillas
Mis sinceras condolencias a su mujer, hijos, familiares y amigos. Descansa en Paz amigo.
Existe un aforismo en prensa que reza que los periodistas sólo son noticia cuando mueren. Se ha hecho triste realidad con Emilio, compañero durante muchos años en la redacción del Semanario Vista Alegre y al que en este último año, al no estar en él, le dejó un vacío difícil de llenar, ya que desde los años 60 vieron sus páginas, sus publicaciones, ya fueran en formato de artículos, noticias o crónicas sobre Torrevieja y sus gentes, eran gratamente esperadas por sus lectores.
Siempre en segundo plano, él fue ejemplo de virtudes muy necesarias entre los profesionales de la información como son la discreción y la templanza. Y como columnista, persona que se dedica a redactar regularmente una columna especial o escribir en una sección habitual de una publicación periódica, sabia desglosar la actualidad de cuanto le rodeaba, con su característica forma de contar nuestra historia. Existe otro adagio entre algunos profesionales, que consideran la información del columnista como un género menor, separado del fragor y la urgencia de las redacciones de los diarios. En el caso de Emilio, no se cumplía. Querido por todos, no se escondía para escribir sus crónicas, calificadas de ilustre, siempre educado y con su particular humor, seguro que tendrá muchas más cartas que escribir a “la tía Concha” mientras camina hacia otro lugar tarareando una de sus cancioncillas
Mis sinceras condolencias a su mujer, hijos, familiares y amigos. Descansa en Paz amigo.
