ZOOLOGÍA VERANIEGA


Después de unos días de descanso, vuelvo al “tajo” con el agobio del incesante calor. Por ello sé que estoy en verano, además, por varias razones: por pasar las noches en blanco debido al calor y los ruidos en la calle, porque Sirvent abre sus puertas y porque una legión de listos aparecen por todos los rincones. Como la horchata (bebida a la que también se han aficionado) a los listos, en verano, no solo se les puede saborear, se les ve venir desde lejos. Incluso podemos diferenciarles zoológicamente, incluso por medio de catálogo ya que tiene distintos tamaño y género.

Sin tenerlo previsto (ya que fue un asalto) me topé los pasados días con el listo (aquí debía decir “la lista”) de la hoja de reclamaciones.- La presencia de este sujeto/a es constante en toda aglomeración pública. Está en la cola (con perdón) del supermercado. Están en la playa, cuando las algas lo rodean, frente a la ventanilla del banco mientras los otros clientes esperan. Él o ella, salen con cara de satisfacción tras exhibir sus derechos en la hoja de reclamaciones que ha presentado, papel por cierto, que suele tener el mismo uso que aquel legendario “El Elefante”. También pide la hoja de reclamaciones cuando en un acto o evento organizado por una determinada asociación, exige su derecho a entrar aunque no lleve invitación, como si le perteneciera a dicha asociación.
A este le sigue el listo de la sombrilla. Éste no falla cada verano, para él, ir de vacaciones es salir de casa rumbo a la playa casi al amanecer, cuando las máquinas están limpiando la arena. Espera impaciente como el que espera ante la puerta del Corte Ingles un día de rebajas, el poder plantar la sombrilla. Pero si llega tarde, pone la sombrilla pisando tu toalla, ya que el listo de la sombrilla tiene un derecho no escrito, pero si adquirido, de ese pedacito en concreto de playa.
Son muchos y variados, tantos que los hay con vistas al mar, como el listo del bronceador. Para éste, la Nivea de toda la vida, ahora es el protector solar. Si te cae de vecino en la playa y te ve usar una crema normalita, dejando para otros lo del factor 50 ¡prepárate! te dedicara una magistral sobre el melanoma y sus consecuencias, y lo que le pasó a su prima la de Cuenca.
En un paseo mañanero puedes encontrarte al que es más fácil de reconocer, el listo de la hidratación. Con indumentaria apropiada (bermudas y gafas con cuerdecita) se le identifica por lucir la botella de agua mineral. Este sabe que el verano no solo es para las bicicletas, también hay que hidratarse y lo cumple a rajatabla. El listo de la hidratación no bebe: se hidrata. Existe la versión femenina: la lista del botellín. Con mayor coquetería ella lo guarda en la mochila.
Ya me marcho...  no de vacaciones, no. Voy a seguir catalogando a los listos del verano, antes que lo hagan conmigo.

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