¡PONME UN NOMBRE!
Hace
tiempo que no me acercaba a ésta ventana y hoy lo hago por una razón. He tenido
en mis manos un libro que me trae recuerdos de momentos vividos en la década de
los ´80 ¿su título? “La historia interminable”.
Sí
ya sé, fantasía pura. ¿Quién no recuerda a Bastian el protagonista? …con apenas
un granito de arena en su mano era capaz de crear todo un mundo. Antes la
princesa de ese mundo le implora que le dé un nombre. Éste es un relato donde un
niño con sus sueños puede llegar a interrelacionarse con personajes de ficción.
Tras
reflexionar sobre esa obra creo que hay cosas que sólo suceden
una vez.
En
los ´80 apenas era una joven (en realidad ¡todos éramos muy jóvenes!) nos
divertíamos yendo al cine, con la “movida”, escuchando música… éramos gente que
disfrutábamos de una ilusión. Incluso si tiramos de hemeroteca, nuestra
ciudad entonces cumplía su 150 aniversario como municipio. A Gema Mateo se le agradecía
su labor como directora del Semanario Vista Alegre. En Pola de Siero dedicaban
una calle a Torrevieja. Maribel Vallejos organizaba de nuevo el coro. El XXVI
Certamen de Habaneras, era inaugurado por el Delegado del Ministro de Cultura
acompañado por la Alcaldesa Rosa Mazón y el concejal de Cultura José Antonio Martínez
Guarao. La ciudad entonces contaba con algo más de 15.000 habitantes, llegando
a los cien mil en verano... es decir comenzaban los ´80 también en Torrevieja.
Mientras tanto España se hacia europea
de derecho. Era moderna y atrevida, perdía sus complejos envuelta entre pelos
cardados, y la música de Loquillo y Alaska.
Y…
llegamos al momento actual. Hoy vivimos tiempos muy distintos. Podríamos tener
la sensación que, como en la “Historia interminable”, lo que está a punto de ocurrir es que, “la
Nada” se lo trague todo: Nada de sueños, Nada de afectos, Nada frente a la
esperanza, Nada de sensatez. La Nada tragándose la ilusión... y como se le
advierte al protagonista de la historia: Así es fácil dominar.
El
discurso de fondo de esa historia es una alabanza a la imaginación, a la
esperanza, a las ganas de vivir que alejan la frustración y la depresión, representadas
metafóricamente por "La Nada", ese personaje abstracto que va
provocando la destrucción del mundo que rodea al niño. Al final la princesa le
habla al protagonista (que es el lector) y le implora:
-
¡PONME UN NOMBRE! ¡¡¡¡Vamos!!!! ¡¡¡¡Grita un nombre antes que desaparezca!!!
No
podemos negar que historias como esa alimentaron una generación que creció
degustando “historias de ilusión interminables”. Hoy, ¡qué distinto es todo!
Atrás
quedaron los sueños. Atrás quedó el niño convertido en adulto. Aunque lo insólito
es que nadie sabe dónde quedo la ilusión.
Realmente
es difícil encontrar en la vida aquello que se quiere. Y aun más, saber que es
lo que se quiere de verdad. Hoy necesitamos ilusión y esperanza. Puede que aun estemos
a tiempo… ¡ponme un nombre! decía la princesa.
Un nombre que haga surgir la esperanza.


