MADRE E HIJO HAN ENTRADO EN SU CIELO
En
una Semana Santa tan atípica como la que hemos vivido (a consecuencia del
clima) nos llevó a la Procesión de Resurrección. Tras reunión con la Junta
Mayor de Cofradías, la asociación Hijos de la Inmaculada y la Hermandad del
Santísimo y según el consejo del
Proyecto Mastral, y a la vista de las previsiones meteorológicas, se tomó
la decisión: ¡Y salieron! Con un cielo gris plomizo, con numerosos parasguas y a distinta hora de la
habitual, se repitió la historia.
Salieron
del templo ya que Torrevieja espera el Encuentro. Primero la Cofradía de San
Juan Evangelista, seguida de la imagen de la Purísima Concepción, más
tarde el Santísimo Sacramento, bajo
palio se dirige a su importante cita.
Solo
en Torrevieja se llega a la Resurrección de la mano de la Inmaculada Concepción
dando fin a la Semana de Pasión. Y en este año, Antonio Pacheco Sánchez
(conocido popularmente como “El Rojo”) y su esposa Carmen Baraza Soler, retiran
en el Encuentro la mantilla de luto que La Purísima Concepción, que porta
durante la primera parte de la procesión. El mensaje central de esta historia
hoy no son las lágrimas, ni el dolor o la muerte, sino la vida.
Dice
Jesús: "Yo soy la Vida". Y hoy ante un cielo gris de tristeza, el
recuerdo de los días de Pasión donde se pregonaba ante la ciudad entera la
llamada que se queda en la mano que sujeta la palma que estrenó el Domingo de
Ramos, y que ahora se trasforma en repique de Gloria de la Resurrección.
Y
en gozo de fugacidad, cuando Ella pasa a mi lado, es cuando deseo nombrarla… La
Que está en la parroquia que lleva su nombre, Inmaculada…, pero me faltan las
palabras:
“Te
iba a decir azucena. Iba a decirte repique de campana. Te iba a decir jazmín,
rodeado de azul de mar. Te iba a decir primavera, noche estrellada. Te iba a
decir alba. Pensaba decirte resplandor de la mañana. Te iba a decir blanco
cielo cubierto de negra mantilla que cubre tu rostro de nácar…. junto al San
Juan de la Palma, pensaba decirte lágrima, pero, ¡Mira! tu Hijo está cerca,
relámpago de dulzura. Iba a decirte plaza,
encuentro, paloma, flor, alegría o quizás sencillamente iba yo a
decirte: "¡Guapa!"
Iba a mirarte...
y no puedo. Que no se puede aguantar la belleza de tu cara... que todo te lo
han dicho. Y hoy mi silencio es el que habla. Verás, Purísima Madre, que hay un
nudo en mi garganta. Y sólo digo tu nombre, ése que todo lo alcanza, como te
nombran tus hijos, como tu pueblo te llama cuando le sale del alma:
¡Viva la
Purísima! ¡Viva la Madre del Hijo! ¡Viva la Inmaculada!”
Ya
llegó la Pascua de Resurrección. Así es de fugaz es el tiempo, es la vida. Mientras
dibujado queda la Pasión y Muerte del Señor que es nuestra propia pasión,
encaminada hacia la muerte. Madre e Hijo ya han entrado en su Cielo, ya caminan
por su casa. Y desde el dintel al campanario el templo parece decir:
Miradme...
Si
me veis como un portento
en
este amanecer gris,
es
que proclamo a los vientos
la
verdad de que El Más Fuerte
es
El que está en el Sagrario,
y
dio Su Vida por ti.

