BLANCA ESPERANZA
Esperanza, nombre que acompaña a numerosas advocaciones de la
Virgen. También en el Ave María (y no podía ser de otra manera) una de las
primeras oraciones del cristiano, se proclama como nuestra más sólida
esperanza:
Dios te salve,
Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y Esperanza nuestra, Dios te
salve.
Pero si nos fijamos en Ella vemos una boca
suplicante. Cayéndole de su mirada, unas lágrimas. No hace falta preguntar
quién es. Pero si hubiera que hacerlo ¡mira su manto verde y esos ojos que van
a examen de sentimientos!. Sí, esos ojos son de la Esperanza...
En ELLA se encuadra esos ojos, esas cejas, esas
lágrimas, ese perfil perfecto. Así es,
en el retrato que tengo sobre mi mesa, se pueden ver en su perfecta belleza. Esos
ojos, hermosos como el mar que nos baña, enormes como las montañas de sal,
poderosos como el fuego de la hoguera. Se pueden mirar los ojos de la Esperanza
y deleitarse en ellos. Pero cuando estás delante de Ella, ¿Quién le aguanta la
mirada a esta Mujer sin romper a llorar?
Así cada 18 de diciembre vuelvo a sentirlo, mientras
recorro en peregrinación secreta, el camino de la Esperanza semejante al viejo
Camino Real que esa Soberana de la Belleza se merece, y cuando estoy allí, en
la parroquia que lleva el nombre del Sagrado Corazón de su Hijo, a su misma
celestial altura, cara a cara, compruebo entonces que no hay quien pueda
aguantarle la mirada a esos ojos que en nuestra Fe nos llenan de Esperanza.
-Por Caridad, no me mire usted así, Señora. Aunque,
sé que no sabe mirar de otra manera.
Siglos lleva mirando a los que acudimos a ELLA
pidiendo casi con infantil petición de hijos. Como Madre de Dios que es, Madre
y Esperanza nuestra, remedio para todos nuestros males.
Ya Antonio Machado poeta sevillano escribió:
"El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas, / es ojo porque te ve."
Sí, tengo la certeza, de que los ojos de La
Esperanza son ojos porque nos ven. Por eso se puede sostener la mirada. Porque,
sin articular palabra, nos está respondiendo a todo lo que, también sin
palabras, le estamos diciendo cuando cara a cara, lágrima a lágrima, los ojos
de la Esperanza nos ven, cuando la tarde deja paso a la noche estrellada,
cuando resplandece el primer sol y cuando suena en nuestra memoria la plegaria
en forma de saeta...
