EL BANCO DE LA PLAZA
Ya hemos pasado la primera semana de confinamiento.
Una semana… ¿Cuántas quedan? Dicen que tres más…
Mi ventana se ha convertido en un lugar deseado por todos
los de casa…
Desde ella me he dado cuenta que puedo descubrir cosas a las
que antes no prestaba atención. Como el banco que hay en la plaza que tengo
frente a casa. A diferencia de otras veces hoy esta extrañamente vacío, como
invitando a los que ya no pasean, a descansar un rato. Recuerdo a los que ayer
se sentaban y leían un libro, a los niños que lo utilizaban de trampolín. A los
jóvenes, que lo utilizaban como refugio para sus… escarceos amorosos.
Hoy nadie lo busca para descansar. Nadie pelea por un sitio.
Nadie.
Estaba en mitad de esos pensamientos cuando una sonrisa se
dibuja en mi cara al ver que el banco, aún tiene un inquilino, aun es útil. Sí,
aun es necesario para alguien.
Con paso lento y gran parsimonia, sube sus patas un gato.
Como un rey en su trono ante el silencio y la soledad de la plaza toma posesión
del banco. Enrosca su cuerpo. Mira a un lado y al otro. Esconde el hocico entre
sus patas. Cierra los ojos y, se queda dormido.
Hoy el banco de mi plaza ha encontrado a su dueño
