La Señora no puede acercarse a su Hijo
“Fumata blanca del incensario que oscila en las manos de la joven que fue
apuntada en la cofradía el día de su primera comunión se aproxima la Esperanza
al Encuentro”
Hace un año todo parecía tan normal… en
la calle abarrotada de gente se veía la fumata blanca de velas que iluminaban
el Divino Rostro de la Señora y sus lágrimas. Hace un año… la fumata blanca era
el prólogo de las capas blancas de la Esperanza. Fumata blanca de cirios de las
manolas que acompañaban en el dolor el Encuentro del Hijo y la Madre. Fumata
blanca que iluminaba a Nuestro Padre Jesús de la Caída en la Vía Dolorosa donde
se sentía la emoción contenida de la
ciudad entera.
Nada es como ayer. Frente a mí la foto
de Ella… me doy cuenta de sus manos.
Manos de esperanza. Manos del niño pide caramelos
desde su el balcón.
Manos que sujetan el cirio al que me sujeto
en el camino de encierro que emprendimos hace… ni se sabe.
Manos que sujetan el antifaz que oculta
el dolor por el enfermo que respira con dificultad.
Manos de penitente que desgrana en un
rosario la pesada cruz en el hospital.
Manos del camionero que en solitario
conduce con una carga de esperanza.
Manos de policía, costalero aferrado a
las andas que derrama el sudor de su trabajo.
Manos de capataz ¡arriba con Ella!
prodigio de fuerza que acompaña a los ancianos.
Y en el centro la Señora y su Hijo,
caído por el peso de la Cruz. En sus MANOS… los que sucumbieron a un enemigo
mortal, y que no pudieron ser acariciados por las palmas de las manos de sus
seres queridos.
Hoy la Señora no podrá acercarse a su
Hijo junto al sonido ronco de la Pasión. En esta noche de Encuentro no sonaran
tambores. No cogeré la mano del niño que podría estar a mi lado. Sangre de mi
sangre. No hay reloj ni almanaque. Hoy no
es ayer.
La emoción es la misma que cuando llevaba
a mi hija de la mano a ver el paso mientras escuchaba en el silencio la saeta
con lágrimas ocultas. Hoy el sentido familiar de la Semana Santa se ha roto. Pero
en la memoria amanece la oración que nos enseñaron:
“Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues
todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa,
Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con
compasión, no me dejes, Madre mía. Amén”
Hoy lo mismo que ayer, sonará la marcha en
mi corazón y la cera encendida derretirá mis lágrimas. Hoy y siempre está intacta
la ilusión y por un instante el mundo lo envolverá la fumata blanca… de la
Esperanza

