CUENTOS DE ANANA: El árbol más viejo


Érase una vez una niña que vivía en una hermosa aldea, muy al norte, donde los veranos son cálidos y los inviernos muy, muy fríos, confundiéndose las tardes con la noche.

A Viky – que así la llamaba su familia- le encantaba corretear y jugar entre todas las flores y árboles que había junto al lago, que se encontraba muy cerquita de su casa

Como cada mañana, acompañada de su abuelita, visitaba un rinconcito cerca del gran lago donde se podía respirar el perfume de cada una de las flores. 


Era feliz en este paraíso aunque no entendía cómo podían existir otras plantas donde el color de las flores no estuviera presente. Su abuelita le explicó que la belleza no sólo estaba en los colores y el perfume de las flores, también existían otras plantas que tenían un encanto especial.
A pesar de los consejos de su abuelita, Viky ignoraba a su paso aquellos árboles o plantas que no tenían colores brillantes.

Una mañana, en pleno mes de mayo, cuando el campo y la aldea estaba más hermosa, encontró algo que le sorprendió: un viejo árbol 

Aunque el color verde era el único que tenía en sus hojas picudas, unidas a largas ramas, que se asemejaban a largos brazos, unidas a su tronco rugoso y oscuro, además de la ausencia de otros colores no impidió que Viky se fijara en él. Había algo extraño…

-¿Te sorprende, Viky? – Preguntó el viejo árbol - ¿Te sorprende ver cómo, a pesar de no tener colores brillantes como el cerezo, amapolas y arándanos que me rodean, puedo llegar a ser hermoso y hacer que te fijes en mí?"

Viky parpadeó varias veces ya que no creía lo que estaba viviendo. Aquello tenía que ser un sueño: ¿Cómo iba a estar hablándole un árbol?- pensó ella.

El viejo árbol no sólo le habló, sino que le enseñó lo que había aprendido en lo cientos de años de vida que tenía. Viky lo escuchaba sin parpadear y decidió hablar a ese árbol tan grande como un castillo:

-Señor árbol... soy muy pequeña y apenas puedo entender lo que me dice- murmuró Viky.

Entonces el árbol le dijo: se puede resumir en cinco palabras…

Amabilidad
Belleza
Emoción
Ternura y
Obsequio


La niña abrió mucho los ojos y quedó pensativa. Entonces el viejo árbol continuó:

- Se Amable siempre con cuanto te rodea aunque sea diferente.
Aprecia la Belleza en todo aquello que está a tu lado.
Emociónate por todo lo que te haga feliz.

Entrega la Ternura a cuanto te ofrezca la vida.
Y Obsequia al mundo con una de tus mejores sonrisas.


Viky sonrió, pues había comprendido cada frase del viejo árbol. Pudo ver que el viejo árbol era realmente hermoso con ese único color verde que ofrecían sus hojas puntiagudas. Y, lo más curioso… cada letra por las que empezaba cada palabra, formaban un nombre: ABETO.


Tan importante fue el mensaje que Viky lo agradeció de una forma especial. Cada invierno cuando todo el campo lo cubría el manto blanco de la nieve, ella y los aldeanos acudían a acompañar al viejo Abeto. Cantaban, bailaban y hacían hogueras para celebrar la fiesta del invierno y así recordar durante mucho tiempo la lección que el viejo árbol le dio siendo niña.


FIN


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