CUENTOS DE ANANA: EL PESCADOR Y LA LUNA


El pescador y la luna


Hace mucho, muchísimo tiempo, sucedió algo extraordinario una noche, cuando el cielo estaba  estrellado. La luna que brillaba en lo alto del cielo, como un brillante, tuvo un aparatoso accidente: tropezó y cayó al mar. Fue a caer cerca de un pueblecito de pescadores donde había una gran torre con un faro en lo alto. 


Aún era muy temprano cuando Manuel el pescador miró por la ventana de su dormitorio y se extrañó al ver que todavía no había salido el sol aunque su reloj indicaba que era la hora de levantarse.

Asustado, salió a la calle y corrió hasta la mar, allí estaba su vieja barca donde Manuel pescaba, y cerca de ella encontró a la asustada luna que lloraba desconsolada y pedía ayuda, pues se estaba ahogando.
Manuel cogió rápidamente su barca y lanzo las redes, así pudo salvar a la luna. Una vez a salvo, la luna le explicó entre sollozos que se había caído del cielo y que si no volvía a su lugar, nunca más volvería a ser de día y su amigo el sol no podría salir.
El pescador muy preocupado pensó y pensó, y dio con una solución. Se le ocurrió que si la llevaba hasta el faro del pueblo quizás podría lanzarla con fuerza para que llegara al cielo. Sería una misión difícil pero tenía que intentarlo.

Así que cogió su barca y se fue hasta el faro, subió con la luna en sus brazos la gran escalera y desde allí, la lanzó con todas sus fuerzas... pero la luna volvió a caer, el cielo estaba demasiado lejos.
 El pescador miró a la triste luna y de repente se le ocurrió una loca idea: construiria la escalera más alta del mundo para llegar hasta el cielo y poder dejar a la luna en su lugar.
Cogió su vieja barca y le quito todas las maderas, con ellas y con sus herramientas, clavos y martillo se puso manos a la obra sin perder ni un instante. Tardó un poquitín pero cuando había terminado la escalera, la subió a lo alto del faro y cogió a la luna en sus brazos para poder dejarla en lo alto del cielo.

La luna ya estaba en su lugar, se la veía muy contenta y agradecida por lo que Manuel el pescador había hecho. Así que le preguntó:
- Manuel quiero hacerte un regalo ¿Qué quieres dinero, una casa nueva...?

Pero el marinero que era muy, muy pobre sólo quería que le diera algo para comer a él y toda su familia.
La luna le dijo: Cada noche echa las redes en el reflejo que dejare en la mar, allí encontraras tu alimento
Manuel respondió: como lo voy a hacer, ya no tengo mi barca
La luna habló entonces con su amigo el sol y entre los dos hicieron posible que Manuel tuviera una nueva barca


La buena acción de Manuel le sirvió para que nunca más ningún habitante del pueblo pasara hambre.

Cada noche puedes ver el reflejo de la luna en la mar, como premio al buen comportamiento de Manuel

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