HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS DE “LA ESPERANZA Y LA PAZ”

 

Es 18 de diciembre y en el calendario aparece el nombre de la Virgen de la Esperanza. Esperanza, nombre que  acompaña a numerosas advocaciones de la Virgen. También en el Ave María (y no podía ser de otra manera) una de las primeras oraciones del cristiano, se proclama como nuestra más sólida esperanza:  Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y Esperanza nuestra, Dios te salve.


Siento que hoy más que nunca necesitamos de Ella la Madre “la Esperanza y la Paz”. Esperanza ante el dolor, ante la angustia. Esperanza en los hospitales y asilos. Esperanza  frente al futuro cercano donde esos virales de vacunas parecen contener el milagro que eviten más muertes. 

Hoy frente a Ella veo una boca suplicante. Cayéndole de su mirada, unas lágrimas. No hace falta preguntar quién es. Pero si hubiera que hacerlo ¡mira su manto verde y esos ojos que van a examen de sentimientos! Sí, esos ojos son de la Esperanza... una Esperanza que el mundo necesita.


En ELLA se encuadra esos ojos, esas cejas, esas lágrimas, ese perfil perfecto.  Así es, en el retrato que tengo sobre mi mesa, veo su perfecta belleza. Esos ojos, hermosos como el mar que nos baña, enormes como las montañas de sal, poderosos como el fuego de la hoguera. Se pueden mirar los ojos de la Esperanza y deleitarse en ellos. Pero cuando estás delante de Ella, ¿Quién le aguanta la mirada a esta Mujer sin romper a llorar?


Este 18 de diciembre vuelvo a sentirlo, mientras recorro en peregrinación secreta, el camino de la Esperanza semejante al viejo Camino Real que esa Soberana de la Belleza se merece, y cuando estoy allí, en la parroquia que lleva el nombre del Sagrado Corazón de su Hijo, a su misma celestial altura, cara a cara, compruebo entonces que no hay quien pueda aguantarle la mirada a esos ojos que en nuestra Fe nos llenan de Esperanza.

-Por Caridad, no me mire usted así, Señora. Aunque, sé que no sabe mirar de otra manera.

Siglos lleva mirando a los que acudimos a ELLA pidiendo casi con infantil petición de hijos. Como Madre de Dios que es, Madre y Esperanza nuestra, remedio para todos nuestros males. Pero hoy los males son de todos, en cada rincón de éste mundo que se cubre de dolor frente a un diminuto enemigo que acaba con hombres y mujeres.

Ya Antonio Machado poeta sevillano escribió: "El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas, / es ojo porque te ve."

Sí, tengo la certeza, de que los ojos de La Esperanza son ojos porque nos ven.



Por eso se puede sostener la mirada. Porque, sin articular palabra, nos está respondiendo a todo lo que, también sin palabras, le estamos pidiendo cuando cara a cara, lágrima a lágrima, los ojos de la Esperanza nos ven, cuando la tarde deja paso a la noche estrellada, cuando resplandece el primer sol y cuando suena en nuestra memoria la plegaria en forma de saeta...

 

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