Todo es música en Santa Cecilia
Publicado en noviembre 2008
Durante
este mes, y concretamente el sábado 22 de noviembre, se celebra la festividad
de Santa Cecilia patrona de la música. Conciertos, pasacalles, recogida de
educandos y comidas de hermandad, entre otras actividades, llenan los programas
que ofrecen a la gran familia de la música y al público en general la
oportunidad de vivir unos días de fiesta en Torrevieja.
Y al
escuchar los primeros compases de la banda me pregunto: ¿qué sería de los pueblos sin
la música? ¿Qué sería sin ese ritmo, que a manera de palpito, marca el paso de
la banda por la ciudad? Sin
duda la historia de la música transcurre pareja a la historia de los pueblos.
Sin duda todo ello ofrece un gran servicio a nuestra cultura, a la
historia y la sociedad. Incluso los más
puristas dirían que los sonidos
y silencios se mezclan produciendo secuencias sonoras que transmiten multitud
de sensaciones, las cuales expresan estados de animo.
Pero yo
diría que no puede faltarme la música,
como al poeta no puede faltarle sus versos o al lector los paisajes dentro de
la vaguedad del texto... Pero ¿Cómo describir la música? ¿Qué color tiene la
nota del oboe o el clarinete, la trompeta y los timbales? ¿Es suficiente con
escuchar...?
No, la
música es necesario verla. Y la veo como mujer vestida de cielo sobre un fondo de
sal. Como Musa, extiende sus manos de donde surgen, a manera de golondrinas,
las notas que alzan el vuelo. Ayer reconocí ese sonido. Y escuché hablar de
grandes maestros torrevejenses, como Antonio Gil Luceo, conocido como el “Maestro Gil” quien llegó
a fundar en Torrevieja la primera banda de música con carácter de agrupación. Fue más
quijote que escudero. Tanto amó a Torrevieja, que pintó las calles con los
suaves colores de la música de la Banda.
Sé que no hay
palabras que describan el sonido de los arpegios, acordes y cadencias, que por
amor a este arte, unieron sobre la partitura los grandes maestros compositores
en nuestra ciudad. No se puede describir el movimiento de las manos
que hacen surgir la música de los instrumentos. Sonido que llega a traspasar
las puertas del templo y rozar las manos de la Madre Inmaculada. Junto a Ella
la melodía se trasforma en símbolo del cielo. Así se acrecienta el arte. Así la
música se extiende por calles y plazas. Así la banda combina los
sonidos. El arte se hace composición y llega a ser obra maestra.
Lo que no
he dicho es que las olas que acarician la playa siguen el ritmo marcado por los
maestros que ya no están. Y al caer la tarde, cuando el sol descansa sobre la
laguna, la brisa trae la melodía de una pieza musical. Con los últimos
destellos se silencia el mar... Así fue. Así ha sido y será.