SER VISTO, SER ESCUCHADO
Abro la ventana con la intención
de dejar entrar a esa juventud que desea ser vista y escuchada. En primer
lugar dejar claro que a veces vemos más
mayores o adultos a los hijos de los otros, que a nuestros propios hijos a los
que vemos siempre niños.
Debemos pensar en nuestros hijos
no como en niños, sino como jóvenes adolescentes. La relación puede ser
confusa, difícil y poco satisfactoria. Quizás desorientado, ya que la relación
ha cambiado mucho en muy poco tiempo, y no se entiende que ha podido pasar o
que está ocurriendo.
Así nos sentimos muchos padres y
madres. La situación es que tras años conviviendo con nuestros hijos en una
relación fluida y gratificante, en la adolescencia cambian muchas cosas: antes
eran curiosos y seguían nuestras indicaciones, mientras que ahora pocas cosas
les interesan y están en contra de casi todo lo que les decimos.
¿La sociedad también es siempre
la misma? no, ya que hemos pasado rápidamente de una sociedad industrial a una
tecnológica. Los cambios son tan rápidos que hasta los jóvenes les cuesta
adaptarse a ellos con la celeridad necesaria. Es por eso que la sociedad debe
ayudarles para que sus experiencias colectivas, ya sea con las TIC (Tecnologías
de la Información y la Comunicación)
o en cualquier otro ámbito, sean las mejores para su desarrollo y
prosperidad.
Ahora bien, ¿es tan importante
reflexionar sobre la sociedad que tenemos? Sí, principalmente porque la interacción
con la sociedad ha tomado mucho peso en la educación de nuestros hijos en los
últimos años. Y esto es debido a que las familias de hoy día son mucho más
pequeñas, antes solían estar compuestas por varios tíos, primos y abuelos que
se relacionaban entre sí formando una gran unidad.
Nuestra sociedad ha cambiado, y
ya no hay tantas desigualdades como en épocas pasadas. Las grandes diferencias
en este momento estriban en el acceso a las TIC. De una forma general, las
Tecnologías de la Información y la Comunicación son un conjunto de técnicas,
desarrollos y dispositivos que sirven para transmitir, almacenar y procesar
datos, es decir, muchos de los aparatos modernos (teléfono, ordenador, tablet…)
que nos permite estar en contacto con nuestro entorno prácticamente en
cualquier lugar, así como hacer más sencillo nuestro trabajo o generar nuevas
oportunidades educativas y pedagógicas. Estos sistemas han transformado el
mundo profundamente y están preparando el camino para adelantos con los que
todavía ni soñamos. Y todo esto por la importancia de la información y la
comunicación. Nuestros hijos deben ganar libertad con responsabilidad,
manteniendo los principios consensuados con ellos y que no solo sirven para las
TIC, sino para todos los aspectos de la vida.
Un principio, es “cuidarás de tu
salud”. Una norma es “no estarás con el ordenador a las tres de la mañana”.
Quien cumple un principio cumple, al mismo tiempo, muchas normas. Los
principios son como las raíces de un árbol. Si las raíces son firmes, no
importa la dirección de las ramas, porque seguro que dará frutos cuando madure.
Mientras el tronco es débil, los padres montan en torno a él una estructura de
seguridad que ya no será necesaria después de la adolescencia, cuando tengan
fuertes raíces y un buen tronco. Nuestros hijos no pueden prescindir de estar
conectados, de formar parte de algo, pero deben acertar sobre aquello a lo que
se conectan y asumir las responsabilidades que se derivan de sus acciones y de
sus decisiones.
Una familia es más que un padre,
una madre y unos hijos, y tanto si hemos sido padres por decisión como si lo
hemos sido por casualidad, tenemos una responsabilidad a la que no podemos
renunciar.
