ATRAPADO POR LA MAR

Apenas puede sentir los brazos, aunque precisamente ellos lo mantienen con vida y a flote. En realidad todo su cuerpo es una pesada carga que como un ancla lo intenta llevar sin remedio a las profundidades. Le resulta incómodo, molesto, se ha  transformado en un objeto ajeno a él, en contra de él. En cuanto a su mente, difícilmente la puede controlar, aunque, comienza a recordar. Sus pensamientos son una sucesión de imágenes que van y vienen como las olas que lo golpean. Cree ver ante él su pequeña casa a las afueras del pueblo. Sin esperarlo Amina su mujer surge en medio de una neblina. Nota el contacto de su mano y el aroma de su piel. Y de pronto todo se confunde. Se mezclan esas imágenes con la tormenta en mitad de la noche.
Recuerda como los golpes de mar son cada vez más fuerte. la mar enloquece. los hombres sacan presurosos el agua de la lancha, y él, intenta ayudar. Allí en mitad del caos, de nuevo las figuras de sus hijos corriendo por el poblado. Y Amina con ellos.
Todo es confuso.
Una vez más la oscuridad de la noche y la visión de las olas que invaden la patera. Se escucha los gritos de sus compañeros y siente un fuerte golpe de una ola. Todo quedó en silencio. A su alrededor, oscuridad.
Ahora lo recuerda. Durante unos segundos sintió que flotaba, estaba suspendido en la nada. Era la ingravidez total, una extraña paz lo envolvía. De pronto notó que le faltaba algo. Deseaba… necesita aire. Sus pulmones iban a estallar. Se agitó con la poca fuerza que le quedaba. Comenzó a moverse con rapidez. Todo él fue presa de un solo deseo, salir a la superficie. En ese instante la voz de su mujer lo llamó. No, no era ella. La voz de un compañero gritaba en mitad de la oscuridad: ¡hombre al agua!

Era noche cerrada, se hace difícil que lo vieran. Jaul fue arrastrado por las enormes olas alejándolo más y más de la pequeña embarcación abarrotada de esperanza. No podía nadar, sus brazos se resistían y apenas podía respirar. Las grandes olas lo cubrieron una y otra vez. De pronto, notó que algo le golpeo en el costado, era una madera, quizás de algun barco, que como él iba a la deriva. Sin pensarlo consiguió asirse a ella. A pesar de la tormenta y las olas, se sintió a salvo. Pero tenía que pensar con rapidez, necesitaba un plan, aunque…, no es posible, ahora no. Apenas le quedan fuerzas para sujetarse.
Más tarde, más tarde pensará que hacer.

Se debate entre aquellos pensamientos mientras una ola que le cubre la cara le hace volver a la realidad. No sabe cuanto tiempo ha pasado. la débil luz del amanecer y la mar en calma lo despiertan. Se preocupa por cada parte de su cuerpo y comprueba que no siente dolor. En realidad todo él está entumecido. Aunque una cosa lo martiriza: la sed. Una sed que lo atormenta. Siente que puede enloquecer en medio de aquel mar y sin poder beber agua. Necesita sólo un trago para quitarse el sabor salobre de su garganta, de sus labios. Nota el estomago hinchado y sabe que eso no es bueno. Le fallan las fuerzas. No puede seguir sujeto a la tabla en mitad del océano, nota que sus dedos resbalan sobre la madera, que a cada instante le parece más grande, casi inalcanzable. Mientras en el cielo un sol abrasador le golpea hiriéndole en su piel y sus ojos. Se sujeta con las pocas fuerzas que le quedan al tablón. Teme desfallecer y quedar a merced de las olas o algo peor, perderse en la profundidad de aquellas aguas y morir ahogado. Intenta sacar esos pensamientos de su cabeza y mira a su alrededor queriendo descubrir un punto de referencia, un barco, algo que le dé la mínima esperanza con la que luchar por su salvación. Pero a su alrededor únicamente ve un mar en calma. Sólo puede confiar en sus brazos que son los cabos que le unen a la vida.

No sabe cuanto tiempo ha transcurrido, pero la posición del sol le indica que más de diez horas desde que la tormenta lo arrojó de la barca, pronto oscurecería y eso significa que una noche más estará perdido en medio de una gran oscuridad. Intenta sacar algo más de fuerza de su interior y de ese coraje que le hace seguir vivo. Pero un sonido llama su atención. no, es un graznido, algo semejante al grito de una gaviota. Levanta la cabeza y ¡sí! allí está. Es una blanca, hermosa y resplandeciente gaviota que vuela sobre su cabeza. Jamás se imagino que se alegraría tanto de verla. Esa es una buena señal, muy buena, sí señor. De nuevo se incorpora con dificultad para comprobar desde donde viene su compañera. Pero su vista no alcanza a ver más que agua a su alrededor. La gaviota se zabulle en el mar, apenas a diez metros de donde él se encuentra y por primera vez, desde la pasada noche, una débil sonrisa aparece en el rostro de Jaul. Aunque su voz es apenas un susurro, se escucha a si mismo diciendo:
-¡Ven! ¡Ven bonita! Estoy aquí.
La gaviota sigue volando por unos segundos sobre Jaul que la llama como si llamara a su perro. Levanta sus brazos perdiendo el equilibrio sobre la tabla que se aleja de su lado. Intenta nadar hacia ella, pero el agotamiento se lo impide. La gaviota se eleva más y más en el cielo azul, su vuelo que se asemeja a una graciosa danza. Jaul desanimado la pierde vista, mientras cierra los ojos y se deja llevar. Una lágrima resbala por su mejilla. Está demasiado cansado para notar que a su espalda, una embarcacion, se aproxima con rapidez. Los hombres desde la proa le gritan
- ¡ ya vamos!
Él cree escuchar a la voz de su esposa. intenta ir hacia ella
- ¡Jaul! ¡Jaul! Estoy aquí.

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