Frío nos quedamos




enero 2010
Helados. Así nos hemos quedado querido lector. El mercurio baja en el termómetro, mientras el frío se cuela por rendijas de puertas y ventanas. En las calles, se hielan hasta los charcos. Las calefacciones al máximo en unos días que recordaremos por años. La DGT anuncia que no se coja el coche y que las cadenas vuelvan a nuestro devenir diario. Así comienza el 2010 que nos deja, una fría sonrisa en el rostro.
Suele ocurrir, amigo lector, cuando el invierno (el de verdad) oficialmente acude al calendario. Ya se sabe que la teoría sobre el frío dice: el frío puede padecerlo aquel que trabaja en la calle, llegando a sentir una sensación bastante molesta.
Menos mal que la actual España no es la de los sabañones y el brasero. No tenemos el frío de los harapientos. Ni siquiera padecemos el frío glaciar de otras latitudes. Aquí pasamos de las heladas temperaturas de la calle, a la calefacción de los bares, oficinas, bancos, centros oficiales o la que deja calentito, comercios y hogares.
Sin embargo seguimos helados. Helados ante la que está cayendo. Y me gustaría pedirte disculpa por la frivolidad, pero durante estos días creo que ni la actitud de los politos hace que suban las temperaturas. Entre hijos adoptivos en unos casos, o consignas de quien será el líder como presidente para el 2012 en otros, los que aun somos usuarios del despertador mañanero seguimos quedándonos helados -es verdad que unos más que otros-,  tal vez porque ni los unos ni los otros, siquiera sospechan que se apartan de la realidad. Y la verdad, se les debería quedar el cuerpo como un témpano, al comprobar algunos datos de este comienzo de año, como nos sucede al resto de ciudadanos. Por ejemplo, que las cifras del paro sean lo único que sube -en nuestra ciudad pasan con creces de los 9.000 los parados- perdón, quería decir como dijo Zapatero en una entrevista en Punto Radio, en febrero de 2008, “personas que se han apuntado al paro en busca de empleo” ¡vaya usted a saber por qué peregrina razón!.
Lo que si puede ponernos calentitos, es escuchar de boca del presidente que: “España está a punto de salir de la crisis, si no lo ha hecho ya”. Ordago que lanzo para satisfacción no sé si suya o de todos. Al oírlo ganas me dieron de asomarme a la ventana a ver si la crisis pasaba diciendo adiós. Y sí, me armé de valor y me asomé. Imaginarás amigo lector que me quedé aun más helada. Por la calle no caminaban ni los gatos. Entre el frío y el delirio provocado por la crisis –esa que no se vio venir, y que se va sin marcharse- creo que esperaré impaciente que lleguen los carnavales. ¿La razón? Que en medio de este “sarao” ese sin duda, será el momento más cuerdo de todo el año.

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