La estela de los Reyes Magos



Enero 2010
La última de las celebraciones navideñas tiene que ver con los más pequeños. En España siempre ha existido la costumbre de obsequiar a los niños con juguetes en memoria del oro, incienso y mirra (mt 2:11) ofrecido por los Reyes a Jesús.
De acuerdo a la tradición de la Iglesia del siglo I, estos magos eran hombres poderosos y sabios, quizás reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento y se esforzaban por mantener un contacto con Dios. Actualmente los restos de los tres Magos de Oriente se encuentran en la ciudad de Colonia (Alemania).
Así que llevados de la mano del espíritu de la tradición, este año, sus Majestades han llegado a Torrevieja rodeados de un importante séquito. Frente a ésta cabalgata pienso que no solo a los niños se debería dedicar el día de Reyes, por aquello de  portarse bien y recibir regalos. Me gustaría por una vez, que SS. MM. atendieran a un mayor (si esto es posible) a pesar de haber perdido la capacidad de sorprenderme, cosa que lamento.
Y puesto a ello, y aunque es tarde, confío queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, en pediros, no algo tan importante como la excavadora mecánica para Carlos, o la Barbie para Desire, o la Nintendo que quiere Ramón. Ellos son niños y como niños, son seres mágicos también, y se merecen ser felices. Sin duda todo nuestro poderío se rinde ante ellos. Incluso en muchas ocasiones son ellos quienes tienen razón, ya que son… nuestra razón. Por ello, os escribo siguiendo el resplandor de una estrella que brillo quien sabe si en el cielo o en el fondo de un corazón apagado, el caso es que os precedía.
Tengo tres peticiones, la primera para Melchor y esta dedicada a los más pequeños. Quisiera que la sonrisa que tenían al veros estuviera siempre presente en sus rostros. En cuanto a Gaspar desearía que aquellos que están solos puedan encontrar el calor de una mano amiga que les llene de esperanza. Y por fin a mí querido Baltasar quisiera pedirle lo más importante: que en este año la paz y el entendimiento pueda extenderse por cualquier rincón de este mundo alcanzando a todo hombre y mujer.
Y si os queda tiempo, podíais llenar nuestras horas de las pequeñas cosas que ofrecen ilusión a una vida y que hacen palpitar el corazón, hasta provocar una sonrisa. Poder sonreír es lago maravilloso. Por cierto, quiero daros las gracias: Gracias por hacernos ver que la vida es algo más que eso que tenemos delante. Gracias por este día. Gracias por que nuestros hijos caminen en libertad. Y gracias por hacer surgir de nuestro interior al niño que es capacidad para llorar, pero de felicidad.
Para SS. MM los Reyes Magos de Oriente de un mayor que se siente niño.

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