¡Feliz San Ramón!
¡Feliz San Ramón!
Si existe una celebración en
Torrevieja que se festeja sin festejar,
que se espera con cierta ansiedad, llegando en el momento más oportuno, es el
día de San Ramón, santo barón y patrón de las parturientas. Su día 31 de
agosto. Como referencia decir que San Ramón nació en Portell, cerca de
Barcelona, en 1200 y recibe el sobrenombre de non natus (no nacido), porque su
madre murió en el parto antes de que el niño viese la luz. Pero volviendo a la
actualidad y concretamente a Torrevieja, todos saben que el mes de agosto es
para el bronceado, para los niños rebozados en arena y jóvenes retirándose al
amanecer, tras una noche con doña “litrona”. Es momento de descubrir en los
puestos del paseo el más actual abalorio. Es el mes de cenas de hamburguesa
acompañadas de ketchup (no las del Asereje, sino la típica salsa) con la
chancla y el pantalón corto. Pero como toda historia, la del verano también
tiene un final. Y tiene una fecha el 31 de agosto. Concluye con la alegría de
haber encontrado muchos amigos y amigas a lo largo de estos días. Historias
vidas cada verano en nuestras calles. Durante este mes se intercambian momentos
maravillosos, eso también sucede aquí en nuestra ciudad. Como cada año, agosto
sirve para que la gente se deje impactar por lo que aquí sucede. Contando con
el apoyo de los vecinos que con empatía y simpatía, hacen más fácil el vivir
esos los momentos de descanso y ocio para el visitante. Y al llegar septiembre,
que entra empujado, llegamos de nuevo a retomar los caminos dejados por la
vorágine del verano. Caminos más íntimos, casi monótonos o simplemente
diferentes. Pero en esta fecha me viene a la mente esa conocida canción del no
menos conocido Dúo Dinámico, y me sorprendo a mi misma tarareando por lo
bajini: El final del verano/ llegó y tu partirás./Yo no sé hasta cuando/ este
amor recordarás.
Y pienso en ver de manera
diferente los días pasados. A veces pienso en volver a esos años donde todo se
zanjaba con una simple amistad cómplice, y me embarga una tristeza enorme o me
inunda esa risa contagiosa. Solo a veces sueño con esos que caminando por las
calles lo hacían despacio para disfrutarte de cada instante, cada segundo, cada
momento de esos que se hacen tan cortos cuando lo pasas bien. A veces siento el
deseo de volver a vivir de nuevo el verano y veo que vale la pena ser y estar
aquí, perteneciendo a esta ciudad donde las preocupaciones se curas aún sin
saberlo. Y es por ello que en éste instante a los que vinieron, muchas gracias
por su visita. A los que siguen viniendo y que dejaron las vacaciones para este
mes, un saludo muy afectuoso. Para todos, cuando es hora de despedir el verano
¡feliz San Ramón!