Crisantemos llorosos a Miguel
Miguel
cumpliría el sábado 30 de octubre 100 años.
Permitidme
que en primer lugar me refiera a este aniversario que en cualquier rincón de
España, y fuera de ella, se viene celebrando como se merece. Miguel Hernández
vivió en un momento, en el que coincidió, en el mapa y en el tiempo con
numerosos creadores de gran nobleza vital. A la manera de Miguel Hernández
podría decir que: en mi pueblo y el tuyo, también se recuerda al poeta del
pueblo. Torrevieja rinde homenaje al oriolano por excelencia con distintos
actos. El mismo día de su aniversario, la Asociación Cultural Ars Creatio, lo
hace con su revista trimestral, dedicando casi todas sus páginas a la figura
del poeta, recordando a Miguel Hernández
tanto en su vida como en su obra.
La
poesía de Miguel hoy sigue viva en esos que caminan a nuestro lado y que, como
una marea, casi cotidiana, buscan trabajo, buscan el pan del tajo. Se podría
decir que de nuevo Miguel con 14 años abandona sus estudios (en el Colegio
Santo Domingo) ante la crisis económica que vive su familia. Su padre lo
necesita para atender el negocio familiar (cuidar el ganado) pero él, aprovecha
sus horas para seguir estudiando. Miguel visita cuando puede la biblioteca de
Luis Almarcha, sacerdote y canónigo de la catedral oriolana. El Miguel de ayer
sigue vivo hoy y pide ayuda por ellos: "Ayudadme a ser hombre: no me
dejéis ser fiera/ hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente. Yo, animal
familiar, con esta sangre obrera/ os doy la humanidad que mi canción presiente.
(El hombre acecha). Adornando sus poemas los crisantemos llorosos reposan
sobre el frio mármol. El mármol que nos recuerda el ser querido.
Y
de esta forma llegamos al día de Todos los Santos, y este, al día de Difuntos.
En los puestos, las flores esperan adornar el nicho donde el ser querido es
recordado. Miro a mi alrededor y veo que tiene cabida toda suerte de
costumbres, lenguas y fiestas, caminando juntas unas con otras, convirtiendo en
un mosaico de culturas la ciudad. ¡En fin! en un pasado no lejano, esta fecha
marcaba el cambio de estación. En los pueblos cercanos se recogía la algarroba,
se prensaba la oliva, se pelaba la almendra, incluso se estrenaba la ropa del
invierno. Pero “Todos los Santos” ahora es “Halloween”. Tan de aquí es ya esta
fiesta, que si nos escuchamos pronunciar la palabrita, en vez de Halloween
habría que escribir: Jalogüín. Aunque este Jalogüín es un pretexto para el
jolgorio y el bebercio, donde apenas importa las señas de identidad. De hecho es
difícil pensar en el cambio de estación sin el anuncio de cierta gran
superficie comercial, y el consabido “Ya es otoño en el...”
Para fraseando a Bécquer
diría: Ante el contraste/ de vida y misterio,/ pensé un momento/ ¡Dios
mío, qué solos/ se quedan los muertos!